jueves, 26 de marzo de 2015

Labios quemados o la estética de eros.



             La obra "Labios quemados", de nuestro tertuliano Jose Manuel Vivas, fue presentada en el salón de actos de Mapfre. La presentación corrió a cargo de nuestro, también tertuliano, Miguel Angel Navarro.
             Este poemario, editado por Celesta, presenta los versos en dos capítulos y un poema introductorio: La lentitud de los cuerpos y Números y palabras. 
                El poema que introduce al poemario se titula:  el amor.  En este poema, a modo de antesala de la carnalidad, se presenta el amor en los prolegómenos de la noche, dibujando la impaciencia de los vientres entregados. Un amor que se escribe para que exista, porque este es la voz de los amantes/ bajo la encrespada luz/ de la locura.  Después, en un alarde de puro lirismo, nuestro poeta desvela el impulso carnal con expresiones eróticas que mantienen la tensión hasta el final. Buen hacer, el de muestro poeta, en este oficio de contar historias, y en este caso, contadas en versos. 
             Los diez  poemas de la primera parte se desgranan en un dialogo de lo amatorio. Aquí, el pudor desaparece, volteando los cuerpos hasta tomar "la húmeda calidez de la entrega". En algunos de los poemas, el yo literario indica que es abril, de estrenada primavera, una metáfora de lo temporal para notar el momento en el que se espera el sabor del sexo; e incluso, el tiempo para descubrir esas laderas de las piernas, permitiendo que el tú amante pregunte "si puedes intentar/ de nuevo/ levantar mi lujuria/ si aún queda jugo y deseo del que alimentarte".

          Y así,  el yo literario, con la derrota en los ojos y actitud imperativa, dice: "levanta las piernas/ ofrece la rendición del clítoris, ábreme la penumbra de tu seno..." Luego, con la expresión  un ejercito de fronteras, sitúa otras expresiones de marcado erotismo, así:  "con un arma hervida  en la prudencia/ y un destino de muerte / en las lindes de tus ovarios..."

          Magníficos poemas donde no hay cansancio en el amor, aunque se diga, solo el deseo denudo de entablar un juego de esgrimas para reabrir  -dice el yo amante-"las viejas heridas que antaño nos infligimos.

                Los versos de la primera parte, nos sitúan ante el frontis de la carnalidad, ante el impulso vital propio de Dionisos. En ellos,con expresiones de perfectas metáforas, se nos describe el acto amatorio como "noches en duermevelas";  "la vigilia del éxtasis. Un acto donde se hacen inútiles las tenues palabras / cuando golpea/ mi cintura lentamente/ tu pelvis ya derrotada."

                 Merece subrayar las extraordinarias anotaciones de la extenuación en la que el yo lírico dice:  no estaré más ahora y aquí,/ donde estorban mis manos/ en esa bruma  en que amaneces..."

                     Al final de este capítulo se hace una incursión por el revés del gusto, de los cinco, el más sensual. para hablar del paladar como el saber. Que el saber es sabor del sexo:

                     "El paladar
                      ese lugar donde habitan 
                     de memoria y costumbre 
                     todos los sabores de tu cuerpo
                     todas las salivas y asperezas
                     de rendición".

              En la segunda parte se abandona el instante lujurioso del acto sexual para, en veintinueve poemas, resolver todo lo referente a la carnalidad y al erotismo., Toda una lluvia de emociones, Igual que en la primera parte, en la que muchas de las estrofas formaban grupos de metáforas, aquí las metáforas forman estrofas que van del cero al once, de la nada a la desaparición del yo amante.

                En este último capítulo, la temporalidad cambia de estación, el brillo sensual de la primavera se vuelve al intimismo del otoño. Esta realidad se hace notar en versos  donde aparece la calidez  del tu amado centrado en el "vientre". Un  sentido de lo íntimo que se rinde "sin miedo ni condiciones".Con este gesto el poeta subraya que, en el amor, sobra un tercero. Dice el yo literario: me basta tu cuerpo su fiero sabor..." Y todo para, después, pronunciar el nombre de referencia, del tú amante ...y aproximarse, sin remedio ni oposición / a la entrada de- su- gruta..." Este erotismo sublime, se complementan con algún gesto,  como el que sigue:

"buscar en tu ombligo
 una huella inerte
un principio de pasión 
en ti
que aveces asusta. 

          Estas expresiones, irremisiblemente, sitúan la lector en la física de lo cotidiano al mismo tiempo que introduce ese aspecto del miedo superado, en este caso, de los vecinos  porque, también ellos,  " gimen, gritan/ como posesos/..." El poeta seguirá dando pasos en la metafísica de eros, ahora con otro gesto, como el  de  anidar "en -los- muslos" y en "-los- pechos" del tú, de manera inescrutable.

          El sentido del deseo se contrapone a todo y hace que el amante sepa situarse en la geografía de la amada:

               Te conozco,
sé en qué punto cardinal,
latitud y altitud,
puedo encontrar tu pulso..."

              Ahora, el amante considera el cuerpo amado como casa. En esta permanecer al abrigo, más allá de su contexto físico. Porque el sabor dulce de la lengua, las manos enredadas , la espalda y sus meandros es el lugar del sosiego, la casa que ocupo sin resistencia. Es la mística de lo amado, así manifestada,  lo que hace que al final de todo se cierre la puerta y la amada desaparezca. Porque la fusión amatoria va más allá de la pura carnalidad, es el tránsito necesario para llegar a lo primero.

                      Intercalando entre poemas con dígitos, de los que se extrae el comentario anterior, aparecen otros poemas. En estos, los sonidos tienen forma de nombre pronunciado y de temblor. En estos versos, el amante es un ágil acróbata "que ama/ sin pautas ni condiciones"; que conoce "las reglas y las pautas..., para poner en marcha  el éxtasis prófugo" del mecanismo del tú, más allá de certezas matemáticas y geométricas.

              Estos poemas, sin dejar  de perder la sinfonía de lo carnal hacen referencia a algo más profundo, similar a un agujero negro que "engulle las pesadillas/ del ave fénix que alimentamos". Es la referencia a una trama, en la que la fauna que nos envuelve "cobra sin piedad los aranceles/ de tus húmedos sueños". Esos aranceles son el firme paso de lo donado, "el verso que te ofrecí, -dice el yo literario- , las manos que tomaste prestadas..."
                 
               Labios quemados es  el poemario emocionado que nos acerca en claves eróticas a la mística del placer donde uno puede equivocarse "si cree que todo esto es un amor prestado..." Estos poemas empujan a  un juego "más allá del agotado peregrinaje/ en que habitamos estas tardes / descompuestas..." ,  un juego "de doblar los bordes  y las aristas ,  que construyen figuras de papel  en (sus) manos / por donde perderme/con austera precisión/ con desatada lujuria. Un juego que busca la palabra, el sonido, la imagen. En realidad, el poemario es un viaje para resguardarse de las ausencias y así dice el yo literario, "si me ausento , / resguarda de la luz".

                     Gracias José Manuel, por darnos ocasión de soñar por los vericuetos difíciles del alma carnal. Gracias.

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